martes, 14 de septiembre de 2021


He ido al oftalmólogo y ha dicho que mis lágrimas se evaporan demasiado rápido. Me mandó unas gotas que uso cada cuatro horas. Me parece que veo más claro ahora. Lo que antes parecía bruma se ha revelado brillo. El brillo de las heridas, no las mías personales sino las de todos nosotros. Observo cómo el juego entre ese brillo y su sombra le da un aspecto a nuestra vida. 

y muero de compasión y melancolía.

Porque somos niños siempre, presentando nuestras heridas al otro o al mundo

como diciendo, mira aquí necesito amarme, aquí necesito validarme, aquí necesito aceptarme. 

Temo llegar al punto de ser ciega y confundirlo todo con luz. 

Hoy he escuchado la voz de alguien cegado por el brillo de su propia herida. Pude sentir en su voz que le atraviesa la vida, su herida está totalmente abierta brillando junto con otra herida. 

Siento envidia de esa brújula, anhelo ese velo en mi consciencia. Mi herida brilla cínica. Mi herida brilla derrotada. Quiero cambiar la certeza de no poder abrir mi corazón por esa de no ser más que un corazón cierto de que ha encontrado su cura. 

Y brillo.