sábado, 29 de septiembre de 2007

domingo, 25 de marzo de 2007

Séptimo


Hoy fue el domingo más domingo que he vivido desde hace mucho.
El sol estaba pálido, el ambiente gris.
Me tomé un café desabrido en la tarde.

Por suerte mañana es lunes y no tengo que ir a trabajar.

viernes, 23 de marzo de 2007

Ley de la gravedad

Estoy en ese risco previo a la inspiración.
Como cuando escribía hace 15 años en un cuadernito que luego quemé en el lavabo de mi cuarto por la verguenza de ver mis sentimientos volcados en páginas y páginas dedicadas a otro que yo creía propio. Hoy me gustaría releerlo y volver a encontrarme con esa Xoc cuya sombra se siente y se escabulle en cuanto levanto la mirada. No sé si es un fantasma, por que los fantasmas están supuestamente muertos y este ente parece seguir vivo. La maté con mucho esfuerzo en una alegoría a la caida de la casa de Usher, pero escapó a su entierro.
Hoy, daría mucho por que la ley de la gravedad se concentrara en mis tobillos y me jalara tierra adentro hacia donde yace Poe. Una vez ahí, me tomaría un par de whiskys con él y le pediría que me protegiera del amor con sus alas negras de cuervo.
Este cuadernito no se puede quemar...viaja incesante a través del uno/cero y está expuesto a cualquier par de ojos. Es un esfuerzo utópico por no catapultarme al centro de mí misma y encerrarme un año más cada vez más lejos del contacto humano.
Hace dos días me encontré una canica azul, de alguna manera sabía que iba a encontrarla como sé que un día de estos ya no voy a poder escribir. Guardé la canica y espero paciente a que un día pierda su significado , a que mi cabeza de otra vuelta dentro del laberinto que es el camino de vuelta a mi corazón.
Quisiera volver a ser niña.

jueves, 22 de marzo de 2007

La imperfección de tener hijos. (cap. II)

Pasa lenta la tarde, arrastra sus minutos y los estira, me ata con ellos del otro lado de la puerta de la casa. No puedo salir. Mi hija está enferma, tiene un violentísimo bicho atacante de la garganta y los oídos. Y yo, de vacaciones.
Mientras cavilo y me pierdo en recuerdos que me esfuerzo en encontrar entretenidos una vocecita imperiosa y resuelta grita:
- Mamaaaa!!
Yo: Quéee!!
Ella: Veeenn!
Yo me paro y voy hacia la recámara de la cual han salido sonidos de programa infantil desde hace 3 días:
Yo: ¿Qué pasó corazón?
Ella: Cierra la ventana por que se están metiendo moscos que no se ven..
Me quedo perpleja pero cierro la ventana.
Al rato
Ella: Mamáaaaaaa!
Yo: Euuu!
Ella: Veeennn!
Voy
Ella: quiero un guyur de tomar
Yo:ok, orita te lo traigo.
Voy a la cocina y saco el yogurt del refri
Ella: pero yo lo quiero abriiir!
Regreso a la recámara, agito el yogurt y en un gesto automático le quito el plastiquito de la tapa.
Ella: Noooooooooooo!! yo lo quería abriiiir!!
Yo:...
Ella empieza a llorar y luego a gritar: Yo l oquería abriiiir, yo lo quería abriiiir!
Me quedo viéndola por unos segundos y salgo de la habitación esperando que de esa forma ella se tranquilice.
Me siento en la barra de la cocina y enciendo un cigarro, ella sigue llorando, llora, gruñe patalea. Está realmente furiosa.
Apago el cigarro y me asomo a la recámara. La niña pega con los puños cerrados sobre la cama y pega alaridos de impotencia y desesperación. Entro.
Yo: ya miamor, no pasa nada...se me olvidó que lo querías abrir...¿me perdonas?
Ella: (llanto entrecortado) no sé..
Yo: Estás muy enojada?
Ella asiente sin mirarme.
Yo: bueno, cuando quieras verme me dices ok?
Ella: si
Salgo
Ella sigue llorando durante 15 minutos más, yo no entiendo bien lo que está pasando. Mi entrenamiento humanista me dicta esperar a que ella exprese su necesidad, yo no puedo cortar su descarga de coraje, pero tampoco me puedo responsabilizar por su enojo.
Al cabo de un rato regreso y le prometo dejarla comer palomitas, ir a la tienda y buscarle otro..

En este momento ella come palomitas encantada de la vida y yo escribo estas líneas.

martes, 20 de marzo de 2007

Menoaplausia

Pérdida gradual de la capacidad para cagarse de risa de lo que sea.
Sniff...

viernes, 9 de marzo de 2007

lunes, 29 de enero de 2007

Nadie necesitaría suavizante.

Si yo fuera un suéter, mi estambre sería el más gordo y elástico que se pudiera encontrar. Le quedaría grande a quien no le gustara el frío, pequeño al que tuviera un coche caro y justo al que le gustara andar descalzo.
Si yo fuera un suéter mis mangas no se pondrían grises y colgaría mi cuello en V justo encima del corazón para poder mirar abajo. Nunca picaría, ni cuando debajo de mí, el cuerpo se hallara desnudo; sería ligero y no encogería aunque me lavaran con agua hirviendo.
Si yo fuera suéter nadie necesitaría suavizante.

sábado, 20 de enero de 2007

La imperfección de tener hijos (cap. I )


Desde que era pequeña he sido entrenada socialmente para ser mamá. Me lo pintaron como algo maravilloso y que cuando pasara, mi plenitud no tendría límites.
Aún asi, no recuerdo que eso viviera en casa ni en ningún otro lugar. Vale que DoñaB se empeñaba en que todos creyeran que esto es una verdad absoluta. Nunca la vi descansar, nunca cesó de atender a las necesidades de otros y olvidar las propias. El único gustito que se daba y eso porque lo justifica la Institución Familiar fue ir a misa.
Cada quién.
Amigas y amigos, la perfección de tener hijos es FALSA y justo en su imperfección está el encanto. Ninguna experiencia requiere de tanta capacidad de adaptación y ninguna experiencia social demanda tantos "comme il faut". A veces tener hijos nos convierte en parte de un rebaño que corre de la estimulación temprana a las noches blancas de la culpa que produce cuestionarnos "si seremos buenos padres" y a veces nos convierte en héroes sociales (véase: madres solteras, madres trabajadoras, mártires, adultos responsables y una laaarga lista de etcéteras)
Sin embargo, como dice el viejito, tener hijos nos lleva a descubrir sin lugar a dudas de qué material estamos hechos.
Personalmente creo que tener hijos no implica plenitud, sino el descubrimiento de los vacíos que hay en uno mismo que luego hay que llenar si queremos lograr que ellos lo logren . Los hijos son vampiros disfrazados de esperanza. Somos nosotros mismos espejeándo nuestro anhelo de volver a la infancia y por esto es también ineludiblemente una oportunidad y una dulce manera de dejarse el pellejo viviendo.


jueves, 18 de enero de 2007

De lo pequeño

“Agazapado, el gato espera el mínimo impulso para saltar.

Puede ver en la oscuridad y ha hecho de la separación oficio y dependencia.

En el vértice de las paredes polvorosas, se esconde un ratón nervioso. Espera que algo en sus bigotes le advierta el momento de salir corriendo imantado a la pared. Es ciego en esta noche de cacería; ha hecho de la unidad su mejor aliado y su verdugo.”

Agustín levantó sus ojos de la revista que leía. Tosió dos veces en una risa ahogada y procedió a tirar del rollo de papel de baño.