lunes, 29 de enero de 2007

Nadie necesitaría suavizante.

Si yo fuera un suéter, mi estambre sería el más gordo y elástico que se pudiera encontrar. Le quedaría grande a quien no le gustara el frío, pequeño al que tuviera un coche caro y justo al que le gustara andar descalzo.
Si yo fuera un suéter mis mangas no se pondrían grises y colgaría mi cuello en V justo encima del corazón para poder mirar abajo. Nunca picaría, ni cuando debajo de mí, el cuerpo se hallara desnudo; sería ligero y no encogería aunque me lavaran con agua hirviendo.
Si yo fuera suéter nadie necesitaría suavizante.

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