miércoles, 27 de junio de 2018

Once




Un día pasa algo que te abre como una lata o como una crisálida.
Entra como si nada en esos sitios en los que sientes, en los puntos de contacto que todavía están vivos. Con los dientes arranca el recubrimiento de tus cables, sin importar si es plástico, hilo o tubo de acero; los deja desnudos. Unos dedos largos intentan combinaciones acariciando la punta de los tuyos, hacen florecer tus pezones y forman espirales con tu pelo. Una nariz se mete a tu cuello abriéndose paso por tus venas y dibuja universos y estrellas en donde antes había un esternón. Ofrece su cuerpo, sus ojos como bálsamos, tabla flotante para que no te ahogues, porque sentir de nuevo es un revolcón de olas violentas, un no tener a qué asirse y abrir los ojos como platos ante la inminencia y el asombro de que todo eso que ignoraste durante años, está esperando a ser procesado, masticado, deglutido e idealmente desechado en el espacio.
Para que pase, para que volver a sentir pase, hace falta estar libre y dispuesta a no regresar a la forma compacta, a dejar que se rompan las presas, a que el agua fluya con fuerza hasta hacerse rio y con ojos de manantial abrir el puño y soltar las manos y quitar la puerta para que nunca más te puedas volver a cerrar.

jueves, 21 de junio de 2018

Chin.

Todo lo que me cabía entre los brazos y que ahora es solo aire.
Toda la fuerza de mi espalda ucraniana
y la potencia de mis muslos imperiales,
la aspereza de las plantas de mis pies inmunes
que saben caminar descalzos sobre el concreto y la arena ardiente.
Todas las moléculas de sabiduría que ni me caben en la cabeza,
todo lo flexible de mi corazón enorme,
irredento,
roto desde antes.
Todo eso, ya no es para ti.


lunes, 18 de junio de 2018

Elaboración sobre cómo cada vez que estamos juntos intentamos un universo.




- Eres un postre obsceno.

Tu voz penetra mi boca, derrite mi pecho y un río de lava se llena de peces.
Buscan mis labios tu lengua de gato, la chupo.
Una orquesta de poros toca el trombón y otros instrumentos de aliento explosión.
Entonces, tu sonrisa escapa aleteando vigorosamente hacia un atardecer de lámpara roja; es la señal para que una supernova atraiga mi pelvis hacia la tuya y dos cuervos oculten la cabeza el uno debajo del ala del otro.
Calculo que tu cuello, oreja, quijada, boca y mentón ocupan entre 19 y 24 centímetros cuadrados.
Deseo sembrar en esa selva de barba con subsuelo saliva un árbol lujurioso.
En este universo el tiempo ha renunciado a ser dimensión y en lugar de presumir la exactitud matemática con la que sus unidades construyen la realidad, se dedica a hojear tus libros. Juega con el shuffle, nos cambia la música y a veces, sirve un poco de vino mientras se divierte viendo cómo conviertes a esta mujer en cascada o en bahía de cultivo de ostiones Kumamoto.

jueves, 14 de junio de 2018

Mejorada


Real, real, real
más suave y profunda, grave
como un rumor de rio.

Amapola fresca
densa selva rubí crustáceo
hambre se cuela contando
babea, grave
como rumor de rio.

La trampa tendida
enhila una cuerda, piedra
guijarro gorrión enloquecido
en picada pecho, grave
como un rumor de rio.







lunes, 11 de junio de 2018

Lunes


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Lo más hermoso de las primeras impresiones es que uno se queda tarareando.
Igual, al poco tiempo es probable que desaparezca de la historia.
Si es verdad que la libertad reside en el olvido, ¿entonces para qué existimos?
Mi conciencia es de plata y no puedo negar que has metido tu lengua hasta el fondo de mi corazón, como no puedo negar el deseo de distancia. Es todo un baile en realidad.
Un inhalar inquieto que sin haber terminado la bocanada suspira una exhalación suspendida, esperando a que alguien (tú) la intercepte con la punta de un dedo frágil.
Por eso tu barba es una trampa de espasmos y por eso te quiero comer a besos.

miércoles, 6 de junio de 2018

Cosas que se perdieron en el fuego

Me pregunto si también vives con la sensación de que en medio de tu tórax hay una fisura vertical. Sus bordes se abren en pliegues translucidos cuando siento. A veces los pliegues son vuelos de falda flamenca y a veces son el oleaje tímido de las tristezas largas.
Una vez sentí un olor delicioso, como a papel quemado. Cerré los ojos y una orilla ardiente se pintó de rojo. Pronto, todo el borde era incandescente, se calentó tanto que se hizo transparente, el rojo era azul y al mismo tiempo violeta, además no echaba humo.
Era una llama.
Sorprendida por el fenómeno y consumida por el deleite, decidí echarle combustible para que no se apagara. Empecé por aceptar promesas, ya no me acuerdo cuántas ni cuáles fueron, pero te aseguro que una gran forma de mantener encendido el fuego es alimentarlo de futuro.
Entonces, todo mi cuerpo ardía lentamente, me lo podías ver en los ojos y en las curvas. El calor parecía haber llegado a una buena temperatura, las promesas ya se calcinaban, ahora eran mentiras blancas, el lienzo perfecto para ese arco iris que es la proyección.
Al centro de la herida se materializó un pequeño prisma que empezó a reflejar sus brillos por toda la casa. A veces dejaba pequeños incendios en el quicio de las ventanas, o en el espejo del baño. Incluso alguna vez creí ver minúsculas lenguas de fuego en el filo del cuchillo de la cocina. Le escupimos un par de te amos y todo bajo control. La cosa se puso color de hormiga cuando pasó esa sombra tan oscura, tan negra y entonces la fisura se veía aún más ardiente, y así, empezó a reclamar más oscuridad. Parecía decir: "mírame, soy una divinidad que ha tomado el centro de tu pecho y buena parte de tu cerebro, aliméntame de instigación y control". En ese punto, la llama llevaba un buen tiempo caliente y poco a poco fui perdiendo sensibilidad. Ya echaba humo, así que no veía muy claramente ni podía respirar muy bien lo cual afectaba mi percepción del mundo.
Una mañana me miré en el espejo. Estaba helando. La fisura se sentía áspera, se había cerrado, el prisma era ahora un carbón muy duro y seco. Adentro se percibía apenas el latido de mi corazón. La llama se había apagado, los bordes chamuscados parecían sellados para siempre. Cerré los ojos y palpé la cicatriz. Todavía estoy arrancándome la costra sin tener la menor idea de qué voy a encontrar cuando por fin se caiga.

domingo, 3 de junio de 2018

Nueve treinta


La casa amanece sola.
Como hace años, estoy desnuda.
Suena Mogwai sobre la mesita.
Las hojas bailan detrás de lo blanco
llevadas por el sol.
Es domingo,
una forma distinta de sentirse humano.

viernes, 1 de junio de 2018

Once (Ya ha quedado claro que de poder, me abrirías otros orificios)



Una estrella negra 
un campo magnético
incontables besos
la alcancía se rompe
y hace
demasiado calor
en tu cuarto.