viernes, 7 de diciembre de 2012

Diecisiete cincuenta y uno.




Te ofrecía otro puesto, voyeur.
Otra silla, otro salón, otro sonido;
una sordera de refri pero debajo de la tarja.

Sentarnos a fumar,
mientras observamos juntos
el sudor que conserva una milagrosa forma de gota
sobre el vello del cóccix de un hombre tumbado boca abajo.
O una mujer
o todas las del mundo.

2 comentarios:

Andreas Kartak dijo...

mataría por que este poema fuera mío

Sra. Xoc dijo...

Lo es.