miércoles, 9 de junio de 2010

Tuerca y tornillo


Dar la vuelta a la tuerca resulta sencillo.

Se empieza por abrir un pequeño orificio en el ombligo,

luego con ganchito de crochet se busca la hebra que provoca el atasco de la pieza.

Una vez enganchado se tira del hilo.

Lo verdaderamente difícil empieza aquí.

El enredo puede contraer la víscera,

la víscera puede derribar el temple y con este derrocarse el espíritu.

Dar la vuelta a la tuerca entonces es una operación compleja.

El alma negra blande el arma blanca...

Brillo dolorosamente.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

excelente analorgía.

OO dijo...

Dar la vuelta a la tuerca resulta sencillo.

Se empieza por abrir un pequeño orificio en el ombligo.

Luego golpe de piel y cerraduras.
Entramos a la anatomía secreta de tu epiléptico larvado. Ajeno a las leyes, que las vísceras rigen.

Ya nada es orgánico. Ganchito de crochet para esa curva de nervios irrigados por una circulación estática.

Tú dices – es la belleza de nuestros músculos tristes y feroces.

Yo digo- la belleza es el horror de ser tú en todas partes.

Dar la vuelta a la tuerca resulta sencillo. Lo verdaderamente difícil, son las arterias que ya no coinciden.

El alma negra de tu sangre: escardando la brillantez de esa última hebra.