miércoles, 4 de enero de 2012

Mal

No podría nombrarte sin pensar ramos de flores,
en los días contados de toda esa belleza perfumada de muerte.
Te lo explicaría con pétalos y chorros de agua, 
haría metáforas de erecciones y promesas de quedarse.
Contaría terribles amenazas de polvo y asma;
las haría parecer orgasmo.
El mal es arrancarte la cabeza
y decirte entre pistilos, 
que soy una abeja.

2 comentarios:

Unknown dijo...

Me gustó mucho, casi siento el aguijón clavado en la planta del pie...

Sra. Xoc dijo...

Qué gusto, Luis... a ver si no te encuentras a la abeja muerta por ahí. ;)