Bertita,
Mi
reino por un segundo calor
de
hilos tensos y abanico
posprandio
en tu voz hamaca
vaivén
desentonando a media tarde
tu
cara oliendo a crema C de Ponds.
Ayer
pegué mi nariz a la piedra del baño y recordé el verdín,
el
agua viva en las piedras de tu casa
lama
de juegos en la hacienda, los venados y los perros.
Reímos
entre chayas y ceibas,
saumerio
de sábanas imposiblemente blancas
como
brillan ahora imposibles tus ojos
sobre mi corazón.
No
sabe nadie que tú me enseñaste el consuelo
que
la soledad era nada
porque
estabas viva,
y
ahora
ya
no.