viernes, 26 de abril de 2013

Dieciocho cero dos.




Corazón,
rompe los dientes del cierre,
deja que se corra hasta dejarte desnudo y sin pantalones.
Libera esas pelotas que aquí nadie lleva nada,
este hogar es un desorden
un caos de miradas tibias;
un sentarse sobre el fastidio, juntos
hasta que exhale
su humo
la última varita de incienso.

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