miércoles, 9 de octubre de 2013

Veintitrés doce.

                                                                                                                            
       
Para Fausto, por el asombro de todos los días.


Nunca se me dio la matemática;
sin embargo,
puedo multiplicarnos.
Olvidé las llaves de las chapas
que ya no quiero abrir
(he pensado coleccionar llaveros
como evidencia de mi estancia en algunos sitios)
y la capital de todos los países africanos.

Recuerdo (procuro) lo que sirve
para contener esto,
de ser esto algo que quepa en
algún lado.

Ese lado puede ser una célula y
luego miles en cuestión de días.

Una idea y luego un nombre
que combine con un rostro
el nuestro en combo,
tus manos, mis pies
una mirada de carbón molido
que baste para dibujarnos
en la palma de la mano,
que acaricia tu barba,
mi espalda,
su cabeza,
mientras tarareo entre sueños,
una canción de cuna.



1 comentario:

Selva dijo...

¡Cómo le pondremos!