jueves, 16 de agosto de 2018

21:51



Hay un placer oscuro en decir su nombre en voz alta.
Abrir la boca y dejar que escape como un suspiro, una voluta de humo o una burbuja.
Vibro la resonancia para saborear el vacío que separa mi cuerpo de las paredes.
Recorro mi paladar con la lengua y el sonido abierto de la única vocal sumerge mi atención en el mar  ombligo de los labios memoria.
Practico la realidad desde el recuerdo de abrir los ojos y dejar entrar la luz del lado izquierdo de las persianas y el olor a almohada me golpea el pubis.
Inhalo y escucho su sonrisa sorpresa: me respiras.
Exhalo y en el aire piruetas de una risa incontrolable.
Estoy drogada, pero no, pero sí.
Regreso cada tanto a llenarme las manos de me pones a mil y dame tu lengua.
Me alejo semanas y del retorno lo increíble es el paisaje que soy desde una mirada tan negra que puedo sentir mi corazón latiendo en medio del brillo de un fuego que crece desde adentro.

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