martes, 1 de enero de 2013

Lisboa

No cabe duda de que uno se conoce viajando.
Las manías y los tóxicos. El orden reinante, de haberlo.
Las resistencias, espacios y distancias
a veces animales,
siempre en el territorio
demostrando lo que somos
a quién sabe quién.
Aquí empiezan a salir los espejos
y todo eso del juego y las apariciones.
Recurrencias.
Uno puede darse cuenta de la soledad
de otro
contando la cantidad de veces
que repite la misma historia.


2 comentarios:

Unknown dijo...

Todo viaje en definitiva es más bien una métafora del viaje interior que decidimos emprender... Quizás una de las mejores logradas en la literatura universal es la siempre querida Isla del Tesoro, una vez muerto el malísimo y feroz Billie Bones, dejando a la deriva su baúl con el mapa del tesoro, el joven Jim Hawkins, se embarca en un viaje que lo lleva de la adolescencia a la adultez... en definitiva, viajar es viajarse y encontrarse, en el peor de los casos

Sra. Xoc dijo...

Y en el mejor de los casos, también. Un saludo, Luis.