lunes, 14 de enero de 2013

Veintitrés cincuenta y seis.


El paso pasito
inerte vidita
de verde encumbrada y luego blanco.
Punto y aparte:
la punta puntita del ojo de los relojes crueles,
ciertamente nos la dejarán caer
pero antes, desde la trinchera de la rabia
nos haremos ahoras y silencios.

No se trata de un polvo de banqueta,
si no llueve hasta que vuelvas
los ojos como uvas
reventando,
viviré en el desierto
ajena
y a pesar de la sed
seguiré cantando.


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